Desde una edad temprana, a Ricardo y Adelba, el circo los llamó con una fuerza inexplicable. No fue una tradición heredada ni una influencia familiar, sino una pasión genuina que nació de manera espontánea, como una chispa encendida en lo más profundo de su ser.

Su formación artística comenzó en la Escuela de Circo en Puebla, México, un espacio que se convirtió en su segundo hogar. Fue allí, entre telas, acrobacias y horas de vuelo suspendido, donde en 2017 nació su dúo de cintas aéreas, bajo la guía del maestro y ex trapecista Gustavo Bells. Su mentor no solo les transmitió técnica y disciplina, sino también una visión del circo como arte narrativo y puente emocional.

Son la primera generación de artistas circenses en sus familias. A través de los años, han desarrollado un estilo propio que combina fuerza, elegancia y sensibilidad, explorando las posibilidades expresivas de las cintas aéreas como un medio para contar historias. Cada presentación es una coreografía en el aire que busca conmover, despertar recuerdos y tocar el corazón del espectador.

Para este dúo, el circo —y en especial el vuelo sobre cintas— es una forma de poesía visual. No se trata solo de desafiar la gravedad, sino de crear un lenguaje emocional que conecte con el público, convirtiendo cada acto en un instante inolvidable.