Ramón Irízar, conocido artísticamente como Elvi, descubrió su pasión por el circo desde muy temprana edad, sin antecedentes artísticos en su familia. Fascinado por el mundo del ilusionismo y cautivado por la magia del circo en vivo, comenzó a formar parte del ambiente circense desde los doce años, participando en espectáculos y giras, y empapándose del espíritu y la tradición del circo clásico.

Durante su trayectoria, y con el fin de enriquecer la propuesta artística de los espectáculos en los que participaba, llegó a sus manos el libro El arte de la ventriloquía del padre Ciuró. Este fue el punto de partida de su camino como ventrílocuo. Su primer muñeco, “Parlanchín”, y una sencilla rutina bastaron para conectar con el público y abrir una nueva etapa creativa.

Con el tiempo, Elvi profundizó en la ventriloquía a través de una amplia investigación autodidacta, accediendo a literatura especializada, materiales audiovisuales y recursos provenientes principalmente de Estados Unidos. Allí asistió a destacadas convenciones internacionales en Las Vegas (1998) y Kentucky (2017), que marcaron un antes y un después en su formación profesional.

Hoy, Elvi es reconocido por su dedicación y estilo propio en el arte de la ventriloquía, combinando técnica, carisma y una conexión auténtica con el público, siempre bajo la influencia viva de su raíz circense.